quarta-feira, 6 de outubro de 2021

VERDE QUE TE QUIERO VERDE

Vegetais e geografia e clima e Tejo e Lisboa e tudo. A antropóloga Daniela Araújo comissariou uma das grandes exposições dos últimos anos. Sensorial e científica, emotiva e vanguardista (Ângela Ferreira anda por ali) e cheia de boas ideias.

Ora aqui está uma coisa que os alunos do básico deviam ver, em vez de terem de gramar, pela enésima vez, uma ida ao zoomarine ou ao badocapark. Uma coisa é certa. Trazer miúdos a uma exposição assim implica trabalho. Antes e depois. Mas que vale a pena, não tenhamos dúvidas.

Álvaro de Campos está lá, García Lorca não está, mas é como se estivesse.




























ROMANCE SONÁMBULO 

A Gloria Giner y a Fernando de los Ríos

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura 
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana, 
las cosas la están mirando 
y ella no puede mirarlas.


               * 

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento 
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.


               * 

— Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
— Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
— Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
— Trescientas rosas morenas 
lleva tu pechera blanca. 
Tu sangre rezuma y huele 
alrededor de tu faja. 
Pero yo ya no soy yo, 
ni mi casa es ya mi casa.
— Dejadme subir al menos 
hasta las altas barandas, 
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna 
por donde retumba el agua.

               * 

Ya suben los dos compadres 
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre. 
Dejando un rastro de lágrimas. 
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata. 
Mil panderos de cristal, 
herían la madrugada.


               * 

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas. 
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba 
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca. 
— ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? 
¿Dónde está tu niña amarga? 
— ¡Cuántas veces te esperó! 
¡Cuántas veces te esperara, 
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

               * 

Sobre el rostro del aljibe 
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde, 
con ojos de fría plata. 
Un carámbano de luna 
la sostiene sobre el agua.
La noche su puso íntima 
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

2 de agosto de 1924


Domingo irei para as hortas na pessoa dos outros,

Domingo irei para as hortas na pessoa dos outros, 

Contente da minha anonimidade. 

Domingo serei feliz — eles, eles... 

Domingo... 

Hoje é quinta-feira da semana que não tem domingo... 

Nenhum domingo. — 

Nunca domingo. — 

Mas sempre haverá alguém nas hortas no domingo que vem. 

Assim passa a vida, 

Subtil para quem sente, 

Mais ou menos para quem pensa: 

Haverá sempre alguém nas hortas ao domingo, 

Não no nosso domingo, 

Não no meu domingo,

Não no domingo... 

Mas sempre haverá outros nas hortas e ao domingo!


9 de agosto de 1934

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