quarta-feira, 6 de julho de 2016

AVES

Foi um prazenteiro fim de tarde, entre tordos, codornizes, pombos e perdizes. Pássaros e conversa amena. O futebol em fundo tinha o ritmo de um voo de pássaro. Tudo esvoaçava: as vozes, o fumo dos cigarros, as ideias em torno de irreal quotidiano. Quando voltámos ao centro da vila, havia gente a pairar por causa de um jogo de futebol.

Calmo e mais tranquilo, voltei ao gabinete. A tarefa menos poética do despacho de documentos foi compensada pelas aves à minha volta. As de Octavio Paz (1914-1998) e a Dona i Ocell de Joan Miró (1893-1983). Encontrar a paz depende de pequenos momentos. Depende, sobretudo, do valor do silêncio.


El pájaro

Un silencio de aire, luz y cielo. 

En el silencio transparente 
el día reposaba: 
la transparencia del espacio 
era la transparencia del silencio. 
La inmóvil luz del cielo sosegaba 
el crecimiento de las yerbas. 
Los bichos de la tierra, entre las piedras, 
bajo la luz idéntica, eran piedras. 
El tiempo en el minuto se saciaba. 
En la quietud absorta 
se consumaba el mediodía. 

Y un pájaro cantó, delgada flecha. 
Pecho de plata herido vibró el cielo, 
se movieron las hojas, 
las yerbas despertaron... 
Y sentí que la muerte era una flecha 
que no se sabe quién dispara 
y en un abrir los ojos nos morimos.

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